jueves, 13 de noviembre de 2008

Rangers 4-4 Celtic 22 marzo 1986





Hoy vamos a retroceder unos cuantos años en el tiempo para recordar uno del los derbies de Glasgow más increibles de la historia. Si ya de por sí este partido es una gran ocasión, este en particular supuso un punto de inflexión y no solo para uno de los equipos, sino para ambos.




Pongámonos en antecedentes. La temporada 85-86 estuvo marcada por la gran actuación del Hearts en liga, situado siempre en cabeza de la tabla hasta la última jornada. El Celtic llegó al mes de marzo siguiendo de cerca a los de Edimburgo y este partido en Ibrox se presentaba crucial para sus aspiraciones de recuperar el título que habia perdido la temporada anterior a manos del Aberdeen de Alex Ferguson.



El partido comenzó de forma trepidante y a los 30 minutos el Celtic ya dominaba 2-0 en el marcador, merced a los goles de Mo Johnston( más tarde jugador del Rangers) y Brian McClair. Tres minutos después, el partido cambió totalmente con la expulsión de Willie McStay tras una dura entrada a Ted McMinn. Esa ventaja numérica fue rápidamente aprovechada por los azules mediante un gol de Cammy Fraser. 1-2 al descanso y las espadas en todo lo alto, como suele decirse. Nada más comenzar el segundo periodo, el inimitable Tommy Burns puso de nuevo la ventaja de dos goles en el marcador batiendo a Nicky Walker, Ally McCoist redujo la distancia con un gran disparo desde la frontal y a los 60 minutos Robert Fleck puso las tablas nuevamente con un tiro que batió a Paddy Bonner tras tocar ligeramente en un defensa verdiblanco. No habían transcurrido dos minutos cuando el Rangers se adelantó por vez primera. Davie McKinnon cabeceó desde casi el borde del área y el balón se coló en la portería católica describiendo una cruel parábola. En estos momentos la histeria colectiva pareció apoderarse de Ibrox pero Murdo MacLeod aun tenía la última palabra. En el minuto 70, uno de sus típicos zambombazos desde 30 metros puso justicia en el marcador del partido.



No se había visto nada que no se pudiese observar en cualquier otro "Old Firm", la elegancia y el buen toque de balón seguían sin aparecer en uno de los clásicos del futbol mundial pero el nivel de excitación difícilmente podría ser igualado. Eso sí, por una vez y casi sin que sirviese de precedente, se consiguió que ambas aficiones abandonasen el estadio contentas, algo incuestionablemente difícil cuando protestantes y católicos miden sus fuerzas.



A partir de aquí, el Celtic encarrilaría siete victorias consecutivas, incluyendo un 0-5 en la última jornada en Paisley contra el St.Mirren (partido siempre en la retina de cualquier buen aficionado celtico) que, combinado con la sorpresiva derrota por 2-0 del Hearts en Dens Park, Dundee, otorgaría al equipo dirigido por Davie Hay un nuevo título de liga, aun siendo este tan apretado que tuvo que decidirse por la mejor diferencia de goles de los de Parkhead.



Por el lado del Rangers, el fichaje que cambiaría su historia contemporánea estaba a punto de producirse. Graeme Souness aterrizaba en el club pocos días después, un fichaje que supondría el comienzo de la época dorada del club, con 10 títulos de liga en 11 años, incluyendo el famoso "9 in-a-row" que comenzaría Souness y acabaría por concretar Walter Smith.




Alineaciones:



Rangers: Walker, Burns (D. Ferguson), Munro, McPherson, McKinnon, Durrant, McMinn (Cooper), Russell, Fleck, Fraser, McCoist.


Celtic: Bonner, W.McStay, Whyte, Aitken,O'Leary, MacLeod, McClair, P. McStay (McInally), Johnston, Burns, Archdeacon ( Grant).


Arbitro: A. Syme.


Afluencia: 41.000.